Virgen del Prado - Visita de los Reyes II

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La visita del rey y de su ejército debió colmar el júbilo de los moradores de la aldea. Es de suponer que el Soberano hiciese vivas demostraciones de devoción a la Santísima Virgen y que le diese ricos ornamentos, y como es natural, facilitase alguna cantidad para la construción del primitivo Templo; no en balde llamaban a este Monarca el de la mano "horadada", debido a su largueza en obras de piedad.

Alfonso VII, Sancho III y Alfonso VIII, descendientes y sucesores del VI, son los primeros reyes que se nos presentan cerca de Pozuelo Seco. Teniendo en cuenta la frecuencia con que estos reyes estuvieron por estos alrededores empeñados en empresas guerreras, la devoción especial de los mismos hacia la Virgen María y la fama de la milagrosa aparición de Nuestra Señora del Prado, que debió pasar de padres a hijos, no solo en este país, sino también en los reales palacios de Castilla, es casi seguro que, más de una vez, visitaran el Templo de Nuestra Excelsa Patrona acompañados de célebres personalidades.

En el año 1195, en el reinado de Alfonso VIII, ante la proximidad de los almohades que avanzan hacia Alarcos, se sobresaltan, y con razón, los humildes aldeanos de Pozuelo Seco. A pesar que por entonces los moros solían tolerar el culto a los cristianos nuestros aldeanos, temerosos de perder su preciado tesoro, esconden la santa imagen en lugar seguro. Fueron más previsores que nosotros en nuestro tiempo. Con la gran victoria que el mismo don Alfonso VIII alcanzó en el año 1212, en las Navas de Tolosa, vuelve la tranquilidad por estos contornos y la Santísima Virgen a ocupar su trono.

Por este tiempo, la mayor parte de los moradores de la ciudad de Alarcos trasladan sus hogares a la aldea de Pozuelo Seco, siendo uno de éstos un "rico ombe" llamado don Gil, gran servidor y privado de don Alfonso, recibiendo, entre otras mercedes y privilegios del Monarca, la posesión de la aldea, la cual se llamó, desde entonces, Pozuelo de Don Gil, puebla que fue creciendo alrededor del Templo de Nuestra Señora del Prado.

En tiempos de Fernando III, el Santo, recibe Nuestra Patrona el regio homenaje de este rey castellano. Según el historiador Lafuente, en 1244, estuvieron en Pozuelo de Don Gil, el rey Santo, su esposa, la reina doña Juana y doña Berenguela, madre del primero; visita que duró cuarenta y cinco días.

La visita de estos reyes y el fervor que los mismos sentían a la Virgen del Prado, es relatado en estos versos del romancero del señor Salido:

"Aquí estuvieron, Señor,

en Nuestra Virgen del Prado,

Reyes, Príncipes e Infantes

divina gracia implorando:

y consta también, Señor,

que al príncipe don Fernando

y a su mujer doña Juana,

desde Sevilla los trajo

doña Berenguela, al fin

de a la Virgen presentarlos,

en novenas solemnísimas

que seis semanas duraron.

Hizo la reina presentes,

a esta imagen, que guardados

con esmero debido

están en su relicario;

y este traje que hoy ostenta

de piedras y brocados

y esas lámparas que alumbran,

y esos cálices sagrados,

y esa campana que atruena

con sus ecos los espacios,

regalos son de aquel niño

al que acogió como ahijado

y al que de rey en la tierra

lo tornó en el cielo un Santo".

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