Virgen del Prado - Aparición milagrosa III
Índice del artículo
Es de suponer que el alborozo y alegría de aquellos afortunados labriegos de Pozuelo Seco sería indescriptible al verso favorecidos por tan singular don del cielo. Locos de alegría corren «a postrarse a los pies de la Soberana Señora que llamaron desde aquel feliz momento, Santa María del Prado. Alrededor de la milagrosa imagen, lloran de emoción y rezan con fervor los aldeanos, agradeciendo y celebrando a lo rústico tan prodigioso acontecimiento. Así pudo ocurrir o pudo ocurrir de forma diferente. Nada hay imposible para el creyente. Lo realmente cierto, lo que no podemos negar ni poner en duda es la maravillosa realidad de la protección amorosa de cerca de nueve siglos de Nuestra Excelsa Patrona, Santa María del Prado. De forma sobrenatural o por medios naturales, la venerada imagen de la Virgen quedó en este lugar, donde alrededor suyo, bajo su protección y amparo, el caserío se fue convirtiendo en puebla, la puebla en villa y la villa en ciudad; con el nombre de Real, nombre, que si es cierto fue dado por privilegios y favores de reyes, éstos fueron instrumentos de los que Ella se valió, ya que lo real nos viene de la Reina Celestial, Fundadora y Patrona de la ciudad de Ciudad Real. En los años lejanos de nuestra niñez, muchas veces hemos oído contar a nuestros mayores cómo en la mejilla derecha de la imagen se apreciaba una ligera mancha morada, cardenal producido por la pedrada de Antón cuando a éste se apareció en forma de paloma. El documento núm. 848 del archivo parroquial de Santa María del Prado, nos relata un curioso. historial de un estandarte regalado a la Virgen, probando la existencia de esta mancha en el rostro de la imagen. Dice así el referido documento: "En el año 1750, un vecino de Almagro, don Juan de Contreras, encargó a don Francisco Llunell, de Barcelona, la confección del bordado de un estandarte para la Cofradía de la Virgen del Prado, en el que se debía de reproducir la imagen. El Sr. Llunell hizo la combinación de sedas para el bordado y al terminarlo observó que en el rostro soberano sobresalía una como mancha en la seda. Rehizo su obra por tres veces y aunque las sedas empleadas las pasó y repasó sin que notara cambios de color, al final salía siempre la mancha. Desesperado trajo su obra y la entregó en Almagro y al verlo la esposa de don José García Ximénez, que era muy devota de la Stma. Virgen del Prado, por haber vivido en Ciudad Real, exclamó: -"Admirable, admirable, y lo mejor que tiene es esa mancha en la mejilla". Creyó el artista catalán que se burlaban de él y entonces aquella señora explicó que la sagrada imagen tenía en el mismo rostro un cardenal semejante al que se descubría en el dibujo, por lo que el propio artista vió claramente que se trataba de un hecho milagroso". Dice el licenciado Mendoza, en su citada Relación, que Colino y compañeros de viaje, cuando salieron de Pozuelo Seco con la imagen, hicieron otro alto de camino en Caracuel en donde cenaron y pasaron la noche. Reparados del cansancio y amaneciendo el día siguiente, se dispusieron muy de mañana a emprender de nuevo a caminar deseosos de cumplimentar los deseos del rey. Al tomar la caja. notan sorprendidos el poco peso de la misma y con el temor consiguiente, saca el capellán la llave, que siempre llevó consigo, ,y se dispone a abrirla, quedando turbado ante la ausencia de la sagrada imagen. Nadie puede explicarse cómo ha podido ocurrir tal suceso. Movidos, quizás, por inspiración divina, determinan desandar lo andado y volver a la aldea en donde descansaron la víspera y en donde con tanta insistencia suplicaron la posesión de la venerada imagen. En pocas horas de camino llegan a vista de Pozuelo Seco. Sobrecogidos quedaron los de la comitiva real al oír las voces de fiesta y regocijo de los aldeanos. Al llegar al .prado, ve Marcelo la milagrosa imagen en un artístico trono de ramaje y flores levantado por los aldeanos. Al instante es rodeado por la muchedumbre que llorando de alegría no cesan de gritar: ¡Milagro! ¡Milagro! ¡Milagro ! |