Virgen del Prado - Fragm. cortaron de la Virgen II
Índice del artículo
Una de estas ermitas, situada en la "era del cerrillo", fuera de las murallas de la ciudad, fue la de Nuestra Señora de Gracia. en donde Poblete halló, en el más profundo abandono, entre cortinas de tela de araña y montones de basura, una imagen de la Virgen, tan sucia, deslucida y maltratada, que solicitó del santero (que a su vez era pastor de cabras y había convertido el santo lugar en establo de su ganado) le dejara sacar la sagrada escultura para devolverle el debido adorno. El rústico se negó fuertemente, diciendo que no podía concederla sin el permiso de la dueña de aquellos terrenos, señora que allí le tenía puesto. Informado Poblete de las señas de la propietaria pasó inmediatamente a pedirle la imagen, ruego que fue gustosamente concedido. Nuestro devoto escultor trasladó gozoso la imagen a su casa y allí, con el gran amor que le inspiraba la Santísima Virgen realizó su obra de reconstrución, con tal belleza, que todos los que la vieron quedaron admirados. Las iglesias de la ciudad hicieron pretensión de ella y el la concedió al templo de Santa Brígida en donde se fundó cofradía y se le dió culto bajo la advocación de Nuestra Señora de la Encarnación. Por entonces, aún estaba sentada la imagen de Nuestra Señora del Prado. Parecióles a sus devotos que la imagen de nuestra Patrona aumentaría su belleza al ponerla como la de la Encarnación, y propusieron al licenciado Poblete si podría lograr el intento de poner la Virgen del Prado, en la misma forma que la de aquella. Sigue diciendo el P. Villerino que, fueron muchos los escrúpulos puestos por Poblete para llevar a efecto tal obra, no atreviéndose poner sus manos sobre la sagrada imagen. Tanto insistieron el párroco, regidores y mayordomos de la Virgen, que al fin accedió a ayudar al escultor Francisco Carrillo que parecía estar más dispuesto. Cogió Carrillo el hacha y al quererla mover, sintió tal miedo, que casi se le cayó de las manos. El cura y regidores le animan. Al primer hachazo que dió Carrillo sobre la pierna izquierda de la imagen, que era la que más sobresalía, cayó una piedra de lo alto que si no causó daño alguno si llenó de terror a los presentes. Repuestos y movidos de que no podían dejar así la imagen, por estar destrozada y a medio cortar la pierna. empleando instrumentos más decorosos, terminó la obra empezada, dejando la santa imagen en la disposición que sus devoto deseaban. Sucedieron estos sucesos a principios del siglo XVI. Los despojos, los más menudos, fueron repartidos como reliquia entre los presentes y debidamente guardados los fragmentos mayores. Unos años después de estos sucesos, movido, quizás, por inspiración de la Divina Providencia, nuestro célebre escultor determinó pasar a las Indias, y sin despedirse de nadie, acompañado de su esposa e hija, sale de Ciudad Real con su imagen camino hacia el Nuevo Mundo. Llegó a Sevilla, donde la tardanza del arreglo de la flota detúvole tres meses. Juntándose con esta dilatación las dificulcultades que encontró en la casa de la contratación para pasar a las Indias, le pareció fracasado su intento. Más, cuando ya su viaje parecía imposible, se encontró un día con un buen amigo, un tal Machuca, que pasaba con honorífica ocupación al Perú. Informado el referido Machuca del negocio de su amigo se ofreció ayudarle, y como de su familia llevó a Poblete y a los suyos hacia Cartagena de las Indias, capital de la Nueva Granada. |