Virgen del Prado - Virgen del Prado II
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El caballo se niega a caminar en esta dirección, no sirviendo de nada ni las espuelas del caballero, ni la fusta que maneja con la diestra. Ante el temor de que con el castigo se encabrite el noble animal y ocasione a la imagen algún mal, lo deja en plena libertad, y entonces, manso el corcel, conduce al caballero hacia un lugar llamado Daroca en donde manda construir una valiosa caja que sirva de estuche a tan preciada joya y poderla así transportar con más decoro y comodidad. Grandes dificultades tiene que vencer nuestro caballero antes de llegar a Navarra. Por los caminos más recónditos atraviesa tierra de moros siempre con el temor de encontrarse en algún lance en el que pudiera perder su divino tesoro. Gracias a la protección del Cielo llega felizmente a campamento cristiano y desde allí envía a su rey un emisario con el anuncio del feliz acontecimiento. Con mucha alegría recibe don Sancho la grata noticia y se prepara con gran regocijo el recibimiento a la Excelsa Soberana. Suceso relatado por nuestro paisano el Excmo. Sr. D. Agustín Salido y Estrada en su "Historia de Nuestra Venerada Patrona" escrita en romance, en los versos siguientes: |
"A Pamplona se dirige Mosen Ramón satisfecho de que el cristiano Monarca ha de recibir su encuentro, con finas demostraciones, y el más cariñoso afecto. Y así fue: grandes mercedes dióle el rey al caballero, cuando con toda su corte salió avisado, hacia el Ebro, yendo a Pamplona, Navarra, por ver tal recibimiento. Entró en Pamplona la imagen en hombros del alto clero, y precedida de músicas, y de nobles y de pueblo, y de cruces parroquiales, y de tropas y de concejos, cerrando la comitiva don Sancho empuñando el cetro. Llegó a palacio la Virgen, y el rey dando fin al rezo, prosternado ante la Imagen hízole así acatamiento: Señora, la de mi casa seréis desde este momento Vos dirigiréis mis pasos Vos me prestaréis consejo, Vos daréis fuerza a mi Trono y fuerzas a mis mandamientos, y Vos, en fin, a mi espíritu os lo llevaréis al cielo. No saldréis de mi casa, os lo jura el caballero: y lo ofrecido lo mando a mis hijos y a mis nietos". |